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SACRAMENTOS

bautismo

Bautismo

Gracias al Bautismo renacemos a la vida divina, nos hacemos hijos de Dios y se nos perdona el pecado original. Para la celebración del Bautismo en nuestra Parroquia pónganse en contacto en el horario de despacho parroquial.

primera comunion

1ª COMUNIÓN

La Catequesis es una tarea primordial en la vida de la Iglesia pues, a través de ella no sólo se trasmite el contenido de la fe sino que se pone en relación, en este caso a los niños, con el Señor Jesús.

confimacion

CONFIRMACIÓN

La Catequesis inicia y acompaña en el crecimiento y maduración de la vida cristiana. También a los jóvenes les acompaña cuando se preparan para recibir el don del Espíritu Santo en el sacramento de la Confirmación.

matrimonio

MATRIMONIO

Nuestra Parroquia acoge cada año gran número de celebraciones del sacramento del Matrimonio. Queremos poner un cuidado especial en acompañar a los novios, los futuros esposos, en unos momentos de gran importancia para su vida y su fe.

Para cualquier información sobre los Sacramentos que se realizan en esta parroquia no dude en contactarnos y le responderemos lo antes posible.

Casarse en L'Alcúdia

comillas
Yo, ... te quiero a ti, ..., como esposa
Yo, ..., te quiero a ti, a ti, ..., como esposo

Estas palabras están en el centro de la liturgia del matrimonio como sacramento de la Iglesia. Estas palabras las pronuncian los novios insertándolas en la siguiente fórmula del consentimiento:

comillas
...prometo serte fiel, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y amarte y honrarte todos los días de mi vida

Con estas palabras los novios contraen matrimonio y al mismo tiempo lo reciben como sacramento, del cual ambos son ministros.

Ambos, hombre y mujer, administran el sacramento. Lo hacen ante los testigos. Testigo cualificado es el sacerdote, que al mismo tiempo bendice el matrimonio y preside toda la liturgia del sacramento. Testigos, en cierto sentido, son además todos los participantes en el rito de la boda, y en “forma oficial” algunos de ellos (normalmente dos), llamados expresamente. Ellos deben testimoniar que el matrimonio se contrae ante Dios y lo confirma la Iglesia. En el orden normal de las cosas, el matrimonio sacramental es un acto público, por medio del cual dos personas, un hombre y una mujer, se convierten ante la sociedad de la Iglesia en marido y mujer, es decir, en sujeto actual de la vocación y de la vida matrimonial.” (San Juan Pablo II, Audiencia General, 5 de enero de 1983).

La Sagrada Escritura se abre con el relato de la creación del hombre y de la mujer a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26- 27) y se cierra con la visión de las «bodas del Cordero» (Ap 19,9; cf. Ap 19, 7). De un extremo a otro la Escritura habla del matrimonio y de su «misterio», de su institución y del sentido que Dios le dio, de su origen y de su fin, de sus realizaciones diversas a lo largo de la historia de la salvación, de sus dificultades nacidas del pecado y de su renovación «en el Señor» (1 Co 7,39) todo ello en la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia (cf Ef 5,31-32).

«La íntima comunidad de vida y amor conyugal, está fundada por el Creador y provista de leyes propias. […] El mismo Dios […] es el autor del matrimonio» (GS 48,1). La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, según salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una institución puramente humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y permanente. A pesar de que la dignidad de esta institución no se trasluzca siempre con la misma claridad (cf GS 47,2), existe en todas las culturas un cierto sentido de la grandeza de la unión matrimonial. «La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar» (GS 47,1).

Dios que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,2), que es Amor (cf 1 Jn 4,8.16). Habiéndolos creado Dios hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre. Este amor es bueno, muy bueno, a los ojos del Creador (cf Gn1,31). Y este amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo y a realizarse en la obra común del cuidado de la creación. Y los bendijo Dios y les dijo: «Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla» (Gn 1,28).